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Este 16 de octubre, se cumplen 43 años de la constitución de la Asociación de Prensa de Santa Fe. Se produjo después de la disolución del Sindicato Argentino de Prensa tras una larga huelga en el diario El Litoral en 1968. Algunos recuerdos de aquellos días, extraídos del Capítulo V del libro Del apostolado al sindicalismo. Una historia de los gremios de prensa de Santa Fe, de Cintia Mignone.
Después del sindicato, la Asociación
En 1970 llega a la ciudad de Santa Fe Manuel Damiano. Golpea la puerta de los Córdoba y le pide a Luis que lo ayude a reorganizar el sindicato.
Quienes habían vuelto a El Litoral lo habían hecho en las condiciones impuestas por la empresa. En Nuevo Diario estaban algunos de los huelguistas más combativos. Las diferencias y los resquemores entre los trabajadores de ambos diarios eran fuertes. Damiano supuso que Luis “Tatino” Córdoba podía ser un hombre al que escucharan los dos sectores. Había un requisito fundamental: se tenía que buscar a un “híbrido” para conducir el gremio y que los del vespertino se animaran a volver.
El 16 de octubre, en el Club Universitario, un grupo de personas pertenecientes a distintos medios de comunicación se reúne con el fin de “fundar una entidad gremial que los agrupe y represente, haciendo valer y defendiendo sus derechos ante quien corresponda, entidades patronales, Estado, etc.” (Libro de Actas de Asambleas N° 1. Asociación de Prensa de Santa Fe).
Esa noche se designó una comisión provisoria para atender los asuntos relacionados con la constitución de la entidad, a la que decidieron denominar Asociación de Prensa de Santa Fe. Estuvo compuesta por Tomás Rodríguez, Agustín Sandaza, Eduardo Tomas y Ángel Ceballos.
El 27 de octubre se realizó una nueva asamblea para la aprobación del Estatuto; llegaron para ello el secretario general de la Fatpren, Manuel Damiano, y el secretario de Interior, Eduardo Castilla.
El preámbulo del estatuto es una interesante pintura de los tiempos en que fue aprobado y que se contradice con muchas actitudes tomadas por el gremio en algunas instancias:
que la clase trabajadora es la fuerza determinante del proceso histórico; que desde los albores de su organización lucha por imponer sistemas sociales inspirados en principios de auténtica justicia social que aseguren el imperio de la igualdad, la libertad y la fraternidad, sobre las bases de una justa distribución de la riqueza, la abolición de todo privilegio y forma de opresión, el término de las guerras y de la explotación del hombre por el hombre; que deben arbitrarse los medios para poner fin a la actual organización social, caracterizada por la existencia de plutocracias que detentan la propiedad de los medios de producción y de cambio, mientras los trabajadores y el pueblo en general padecen condiciones injustas de vida, sufren opresión y ven cerrado el camino de sus legítimos derechos a disfrutar de las riquezas por ellos creadas; que la clase trabajadora es la fuerza decisiva y fundamental en la empresa de forjar un mundo mejor, como lo demuestra el cambiante y ascendente curso de la evolución social; que trabajadores sindicalmente organizados sólo podrán cumplir su rol histórico si mantienen indemne su unidad y la consolidan y la fortalecen frente a todas las emergencias, que es su objetivo irrenunciable lograr la socialización de los medios de producción y de cambio, como fórmula segura de acabar con la explotación humana, fuente a todos los males sociales; que ese objetivo debe ser cumplido gradualmente en la medida en que la realidad facilite las transformaciones adecuadas a su logro; que la Argentina vive las profundas conmociones inherentes a todo proceso de cambio y es voluntad de la clase trabajadora superar la crisis estructural que sufre el país para arribar a formas superiores de organización social; que para concretar el ideal de ascender a una economía de abundancia que permita edificar un nuevo ordenamiento social, económico, político y cultural es imperativo e imprescindible desarrollar el proceso de industrialización explotando racionalmente nuestras fuentes de combustible y energía, así como la industria pesada, coordinando ese plan con la Reforma Agraria y la mecanización de las tareas agropecuarias, que la acción organizada de los trabajadores se inspira en acendrados sentimientos patrióticos de progreso, soberanía y fraternidad para con los trabajadores de todo el mundo, dentro del marco de nuestras tradiciones democráticas y republicanas; que el destino nacional será forjado por el esfuerzo consciente de los trabajadores en su carácter de fuerza de vanguardia de todo el pueblo; que la existencia de una Central Obrera única es requisito esencial para que los trabajadores puedan responder afirmativamente a las exigencias de transformaciones de fondo que deben operarse en nuestro país; que los trabajadores argentinos de prensa, en plena conciencia de nuestra responsabilidad histórica, estamos decididos a construir, juntamente con el pueblo, una sociedad democrática basada en la justicia y la libertad.
Después de la lectura de los 54 artículos de ese primer estatuto, se eligió a la primera comisión directiva, de común acuerdo con todos los asambleístas. Estuvo conformada por Raúl Gilbert como secretario general; Jorge Reynoso Aldao como adjunto; Pablo Zwiener como administrativo; Isaac Tissembaum como gremial; Danilo Birri como tesorero; Ángel Ceballos como secretario de Asistencia y Previsión; Avelino Álvarez en Prensa y Cultura, y Edgar Haidar como secretario de actas. Los vocales titulares electos fueron Eduardo Tomas, Reinaldo Avilé, Osvaldo Covelli, César Royo y Orlando Petrasso; como suplentes Luis Aguirre, José Iriarte, Juan Micheletti, Agustín Sandaza y Eduardo González Riaño. Los revisores de cuentas fueron Servando Núñez y Andrés Barceló.
Luego de escuchar las palabras de los dos secretarios de Fatpren presentes, Gilbert propuso a la asamblea la adhesión de la APSF a la Federación, lo que fue aprobado por unanimidad.
Mientras se tramitaba la personería gremial, el Ministerio de Bienestar Social autorizó a Fatpren a recibir los aportes de los trabajadores, poder que se revocó algunos meses después.
En febrero de 1971 comienza a discutirse un nuevo convenio en paritarias, el que finalmente es firmado a fines de abril, luego de las dilaciones provocadas por los empresarios.
En enero de 1972 se produce la primera reunión de la Comisión Directiva en la sede de Amenábar 2655, cedida bajo la figura de comodato por el gobierno de la provincia de Santa Fe.