Repudiamos una nueva agresión al trabajo periodístico protagonizada por uno de los dirigentes más poderosos del gobierno del presidente Milei.
Expresamos nuestra solidaridad con el fotógrafo de Tiempo Argentino Antonio Becerra quien tuvo que soportar las amenazas de Santiago Caputo, asesor sin cargo del gobierno y mano derecha del presidente.
El incidente ocurrió media hora antes de un debate entre candidatos a legisladores porteños. Según se pudo observar Becerra estaba cumpliendo su labor fotografiando a Caputo en un acto público cuando éste se molestó e intentó evitar ser retratado. Ante la negativa «agarró la credencial que yo tenía colgada del cuello, la miró, sacó su celular… y le sacó un par de fotos». Luego «apuntándole con el dedo índice le dijo «Vos sos un desubicado»», contó nuestro compañero Becerra. La actitud de Caputo fue una clara intimidación que se advierte considerando que maneja a través de sus funcionarios, los servicios de inteligencia del Estado y la milicia digital oficialista encargada de hostigar y atacar opositores.
Desde el inicio del gobierno del presidente Milei venimos denunciando los constantes y sistemáticos ataques a la prensa.
Recordamos lo ocurrido con Pablo Grillo, quien aún se recupera de sus heridas tras una violenta represión que lo podría haber matado, y más recientemente los golpes contra el periodista de El Destape Roberto Navarro, quien quedó seriamente lastimado tras una agresión de dos personas de la que aún no se recuperó.
Todo esto sumado a distintos hechos ocurridos a lo largo del mandato de Milei demuestran que no son casos aislados sino que forman parte de una estrategia discursiva y de un alto grado de intolerancia hace quienes opinan distinto al gobierno.
No obstante estos hechos, esta semana Milei intensificó sus ataques a la prensa con su diatriba intolerante e irresponsable al decir que “la gente no odia lo suficiente a los periodistas”, lo que agrava aún más un contexto de violencia contra el que se expresa distinto a lo que el presidente quiere.
Urge cesar con esta escalada de agresiones verbales que solo logran generar más odio y violencia. Defender la actividad periodística es también defender la democracia.