Parece mentira, pero ya pasaron veinte años de aquel viernes del año 2000, en el que me sumé al turno nocturno de Deportes para reemplazar al recordado “Negro” Godoy y uno de los que me dio la bienvenida fue Marcelo. Entonces alguien me dijo: “Vos, cualquier cosa preguntale al Tío Mendoza, que él te va a saber explicar”.
Una noche, como todas las máquinas de la sección estaban ocupadas, pero él se iba a cubrir un partido de básquet, me prestó la suya. Al sentarme frente a la pantalla, noté que era recorrida por un mensaje en francés que iba cambiando de tamaño, aparecía y desaparecía, hasta que apretaba el cursor y me ponía a escribir.
El mensaje decía: “Ne me quitte pas”. Cuando volví a verlo le pregunté qué significaba y me dijo: “No me olvides, o no me dejes”. Eso me quedó grabado para siempre y es lo primero que recordé ahora, en esta ocasión tan especial, en la que nos toca despedir y saludar al compañero de trabajo que se va: ¡Marcelo, quedate tranquilo, en el diario, nadie te va a olvidar!