El seminario fue organizado por el Sindicato de Prensa de Rosario y fue encabezado por el histórico dirigente de prensa Alfredo Carazo, quien fue el firmante del convenio 184/75 en Santa Fe.
Carazo empezó consistente: “El contenido fundamental de los convenios radica en las condiciones de vida y de trabajo. El tema salarial puede discutirse en cualquier momento”. Durante su carrera, Carazo firmó 34 Convenios Colectivos de Trabajo, sin embargo, entiende que los mejores datan del ’74 y el ’75, no sólo los de Prensa sino también los del resto de las ramas de nuestro país.
El dirigente evaluó la situación del sindicalismo en la actualidad y opinó que aún quedan resabios del neoliberalismo, como la figura del “trabajador Light” para el que la obra social es lo más importante porque significa cobertura. “¿Y el sindicato qué representa?”, interpeló.
El actual Director de Comunicación en Red del Ministerio de Desarrollo Social distinguió entre conquista y reivindicación y ubicó al Estatuto del Periodista Profesional en la segunda categoría. “Lejos de ser una conquista de los trabajadores de prensa, el Estatuto fue una “concesión graciosa” producto de la interpretación de una política en determinado momento histórico”, opinó Carazo, lo cual no quita los cambios de fisonomía en la organización sindical que se produjeron entre el ’40 y el ’50.
Entre las novedades que introdujo el Estatuto del Periodista Profesional, el dirigente destacó dos: por un lado, la jornada laboral de seis horas y, por el otro, la indemnización especial equivalente a seis meses de sueldo en caso de despido injustificado. Carazo subrayó la importancia de este último debido a que el trabajador de prensa no tiene movilidad social, lo que significa que “si te echan de algún diario, entrás en una lista negra para todos”. A su vez, agregó que los patrones saben que esto es lo normal, es más, “algunos medios han hecho de esto una empresa, dándose el lujo de despedir a cualquiera”, finalizó Carazo.
Por otra parte, el dirigente subrayó que, de acuerdo con el Estatuto, las empresas deben invertir en formación. Los medios se niegan a costear los gastos pero, al mismo tiempo, exigen a los periodistas que se capaciten. Un caso muy frecuente es cuando un medio nuevo ofrece un puesto de trabajo: ¿Cuánto ganás? ¿300? ¡Te ofrezco 400! “Este es un claro ejemplo de cuando una empresa roba trabajadores a otra y sobre la importancia de mantener la organización sindical”, explicó. Tres meses después, el compañero se queda sin trabajo porque la empresa cerró y la primera lo catalogó de traidor.
En este sentido, Carazo manifestó que los cambios que se han incorporado al Estatuto a través de los convenios colectivos fueron justamente resultado de la organización y que el mismo “debe hacerse carne en los propios trabajadores”. Tras su larga militancia, el dirigente gremial se ha encontrado con muchos compañeros que lo desconocen, lo que veda la defensa de los derechos.
De hecho, el dirigente nacional de la Fatpren comentó que, anteriormente, el Convenio sólo se conocía por su artículo 14, que establecía que los periodistas tenían un 50% de descuento en pasajes y comunicaciones. Sin embargo, explicó que no se trataba de un beneficio para los trabajadores, sino para las empresas. “Esa fue la razón por la que los medios hicieron causa común”, expresó. Ese artículo finalmente se derogó, pero en dicha modificación también cayó el carnet de periodista. En relación a dicha identificación, Carazo destacó la importancia de que fuera entregada en el sindicato, tras su emisión por el Ministerio de Trabajo y no por un colegio. Pero, “lo que nunca se logró con el Estatuto fue tener un Convenio Nacional”, concluyó el militante.
La historia del sindicato atravesó varias etapas. Primero, surgió como una respuesta dura y seria frente a la explotación de los trabajadores textiles en Inglaterra, con líderes naturales. “Quedan rémoras de esa época”, opinó el dirigente y agregó: “Hoy, se escuchan frases como “no es explotación porque los bolivianos están acostumbrados a eso” o todavía siguen en pie esas fábricas con rueditas, empresas fantasmas, que ponen una máquina, un galpón, producen a gran escala, tienen convenios especiales y, cuando ya no son redituables, las trasladan”.
En aquellos tiempos el reclamo se traducía en “ponerles palos a la rueda”, lo que implicaba detener la producción. “Era un mecanismo anárquico, pero no alcanzó”, indicó Carazo y agregó que esa fue la razón del pasaje del sindicalismo Anárquico al Revolucionario. Esta nueva organización propició la formación de una ideología de los trabajadores, una identidad, un destino común. “Hoy, tenemos que fortalecer esa condición”, opinó Carazo y recordó que, en la cadena, primero está el trabajador; segundo, el sindicato; tercero, los dirigentes y cuarta, la ley que encuadra la organización.
Proponiendo un distanciamiento con la herencia del neoliberalismo, el gremialista planteó que el sindicato es una herramienta de los trabajadores, por eso, no puede quedarse estancado en la gestión. “El funcionamiento debe ser desde la base al vértice”, insistió. Allí debe ubicarse al delegado, que es el compañero del trabajador, el que lo conoce -y reconoce- y con el que se referencia. “La mayoría de los delegados no llega a secretario general”, indicó, porque la función del último radica en discutir otros asuntos: “El secretario general no está más en la trinchera, ese es el lugar del delegado”.
“Nosotros somos de una generación de dirigentes sindicales de mucho análisis. Cuando percibíamos momentos frustrantes en la política, el movimiento iba relojeando hacia dónde dirigirse”, explicó. En esa idea de unidad, solidaridad y organización es en la que se fueron formando y la que les permitió escribir su propia historia. Para Carazo el neoliberalismo ha trastocado la solidaridad: la individualidad, el no te metas, el por algo será. De esa manera, condujo a sindicatos vacíos de trabajadores, vacíos de contenidos y vacíos humanamente. “Hay que volver a llenar los sindicatos”, replicó el dirigente y agregó que la organización tiene que ser la imagen de las reivindicaciones y de los derechos de los trabajadores. “Patria grande latinoamericana, El Cambio de Época -como lo llamó Correa-, una nueva mentalidad, modelos más justos, más igualitarios, más equitativos”, enunció Carazo y para ello: «la recuperación del movimiento obrero como columna vertebral».
Fuente: Sindicato de Prensa de Rosario
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